Donde mueren las palabras


Sección: 
Enrique Muiño
Día y hora: 
Viernes, 1 Octubre, 2010 - 20:00
Lugar: 
Deputación Provincial
Título Original : 
Donde mueren las palabras
País: 
Argentina
Año: 
1946
Duración: 
75 minutos
Director/a: 
Hugo Fregonese
Guión: 
Ulises Petit de Murat, Homero Manzi
Montaje: 
Atilio Rinaldi
Música: 
Juan José Castro
Fotografía: 
José María Beltrán
Reparto: 
Enrique Muíño
Reparto: 
Dario Garzay
Reparto: 
Héctor Méndez
Reparto: 
Linda Morena
Reparto: 
Aurelia Ferrer
Reparto: 
Pablo Cumo
Otros datos de interés :

V.O. con subtítulos en gallego

Sinopsis:

Podemos considerar esta película como la última buena que produjo Artistas Argentinos Asociados, antes de alejarse de sus objetivos de producir películas de contenido cultural.

Nuevamente interpretada por Enrique Muíño en uno de los roles protagónicos, pero a diferencia de lo habitual, este film lo dirigió Hugo Fregonese, un debutante director que se había formado siendo asistente de dirección en los estudios Pampa Film y después pasó junto a Lucas Demare en La guerra gaucha y Su mejor alumno. El guión fue una inspiración de Homero Manzi. Una noche, después de ver un espectáculo de títeres, soñó con el argumento, que a la mañana siguiente fue dictando a su sirvienta mientras desayunaba, sólo dos carillas que después sirvieron como base. Esta película tiene similitudes con El fantasma de la ópera, tanto por el argumento como por el uso de música clásica, en este caso, del genial Beethoven.

Para ese entonces comenzaba a escasear el negativo virgen en la Argentina a causa del distanciamiento comercial con EEUU. Esto muestra que el film se realizó con varias presiones. Hay varias anécdotas detrás de bambalinas, una que fue singular es que a comienzos del rodaje, Demare que además de productor actuaba a modo de supervisor, quiso imponer su punto de vista, queriendo captar la conducción de la dirección. Para sorpresa de todos, Fregonese no toleró esta actitud y después de algunos encontronazos y hasta una pelea con gritos, Demare supo ocupar su lugar de productor y dejó más libertad al principiante, que deslumbró con su trabajo.

También la presencia de un actor tan mañoso como Muíño, con su personalidad tan egocéntrica, le presentó un desafío al director, pero lo supo superar.

La excelente coreografía estuvo a cargo de la austríaca Margarita Wallmann, que había estado trabajando anteriormente en el famoso teatro Colón, lo que demuestra que buscaron lo mejor con lo que se podía contar.

La película fue ovacionada por la crítica, tanto nacional como internacional. Años más tarde, los estudios Metro Goldwyn Mayer compraron los derechos al mismo costo que demandó realizar el film en Argentina. Pero la obra yanqui no lució como la argentina, parece que las carencias y necesidades llevaron a que el equipo argentino se esforzara más y supiera  aprovechar la creatividad.