El ladrón de bicicletas


Sección: 
Mejores Películas Cine Italiano
Día y hora: 
Lunes, 21 Septiembre, 2009 - 18:00
Lugar: 
Biblioteca Provincial
Título Original : 
Ladri di biciclette
País: 
Italia
Año: 
1948
Duración: 
125 minutos
Director/a: 
Vittorio de Sica
Guión: 
Cesare Zabattini, Luigi Bartolini, Cesare Zavattini, Suso Cecchi D’Amico
Montaje: 
Carlo Montuori
Música: 
Alessandro Cicognini
Fotografía: 
Carlo Montuori
Reparto: 
Lianella Carell
Reparto: 
Fausto Guerzoni
Reparto: 
Lamberto Maggiorani
Reparto: 
Gino Saltermerenda
Reparto: 
Vittorio Antonucci
Reparto: 
Lionella Corelli
Reparto: 
Elena Altieri
Reparto: 
Enzo Staiola
Otros datos de interés :

Ganadora del Óscar a la Mejor Película Extranjera en 1949 y candidata al Mejor Guión.

Premio Nastro d'Argento 1949 a la Mejor Película, Argumento, Dirección, Guión, Fotografía y Música.

Premio Especial del Jurado en el IV Festival de Cine de Locarno en 1949.

Gran Premio en el Festival Mundial del Cine y el Arte en Bélgica en 1949.

Premio de la Brittish Film Academy en 1950.

El Brittish Film Institute la incluye dentro de la clasificación creada en 2005, como una de las 50 obras más adecuadas para un público joven.

Sinopsis:

Roma, 1948: la ciudad no es el mero escenario, sino una protagonista más de la historia. Devastada por la guerra, acaba de empezar su lento camino hacia la reconstrucción. Estamos en Val Melaina, extrema periferia con nuevos edificios habitados por familias pobres, en las que la guerra ha dejado las heridas sociales más profundas. Antonio Ricci, obrero y padre de familia, tras un largo periodo de paro consigue un trabajo como cartelero municipal, pero para realizarlo necesita una bicicleta, y la suya está empeñada en el montepío. Rescata la bicicleta a costa de las sábanas de su casa, que su esposa María le entrega con la esperanza puesta en el futuro sueldo. Sin embargo, en cuanto pega el cartel cinematográfico de Rita Hayworth, dos majaderos se la roban, Comienza así una triste peregrinación por Roma en compañía de su pequeño hijo Bruno. Lo único que obtiene es la indiferencia general; primero en la comisaría, donde los agentes tienen cosas más importantes en la cabeza que encontrar la bicicleta de un pobretón; después en Piazza Vittorio y Porta Portese, humildes mercadillos donde cada uno se apaña como puede. La búsqueda continúa por las calles de una ciudad atiborrada y apática. Antonio entra en una iglesia persiguiendo a un pobre viejo, con la esperanza de obtener información sobre su bicicleta. Durante la misa, una señora con sombrero y velo blanco reparte con aire de suficiencia bonos para comer. El deambular sumiso se va haciendo desesperado. Frente al estadio, Antonio decide robar una bicicleta pero la multitud lo persigue y lo apresa. Sólo las lágrimas de Bruno evitan que termine en la cárcel. Antonio y Bruno caminan derrotados mientras la ciudad se va haciendo cada vez más oscura y hostil.